¡La élite está desnuda¡ (Lo que la rebelión de los ricos supone)
“Nuestra burguesía está condenada a ser una clase marginal, escolta de las trasnacionales o del Estado en los próximos años hasta que caiga el siglo XXI sin relevancia ni sustentabilidad. Es curioso en el tránsito del siglo XIX al XX no había una burguesía en Venezuela porque ella no había nacido aún. En este tránsito del siglo XX al XXI tampoco existe porque ella no aguardó el otoño para suicidarse, lo hizo en primavera cuando las fuerzas de vida prometían aun el auge del que llega al cenit” (Domingo Alberto Rangel: Venezuela en 3 siglos, Pág. 157)
Armar barricadas, quemar basura,
tragar gas, encapucharse, talar árboles, cerrar calles, linchar al adversario, ser desnudado en público. Ninguna de estas acciones son
propias de élite alguna sino
efectuadas siempre por
“hampa”, “lumpen”, “turba”, “monos”, “malandros”, ”marginales”,
“saqueadores”. Una larga lista de
categorías sociales fabricada por las clases medias y altas (y sus medios) como
forma de criminalización de las
acciones contenciosas de los
sujetos populares. ¿Por qué estas clases medias-altas “pierden la clase” y emulan
el accionar de los sectores “bajos” y “pobres” cuando protestan por hambre,
desigualdad, represión?, ¿Qué ha llevado al intercambio de roles sociales?
Esta rebelión de élites que se
está llevando a cabo desde 1998 hasta la actualidad supone:
1.-Automarginación de la burguesía: ¡horror
al mestizaje¡
Las élites han pasado de la
“preservación del linaje” a la
“automarginación”. Su incapacidad de dirigir, gobernar, no es cuestión
de algunos líderes. Es una crisis que vive una Clase que perdió su status para
“modelar” la sociedad y producir los modos de vida. Las clases subalternas no
permiten que las élites históricas les dirijan ni política ni culturalmente. El
mantuanaje no es un modelo exitoso para conducir la nación.
Pero además, las élites mismas
han “autocancelado” la posibilidad de hacerlo, se han encerrado en su franja
territorial y han develado una perimetral de acción muy ajustada. Muy soberbia,
pero muy limitada. Sin control mínimo sobre el territorio y la población
venezolana como para hacer lo que es propio de las élites: dirigir a todo el
país. Con este comportamiento de “la guarimba” quieren decir: esa alianza
de clases con sectores medio-populares que logró la oposición política en el
2012 y 2013 es solo para coyunturas electorales. Nunca un modo de gobernar o de
hacer política. Jamás una forma de vida. Los ricos siempre se casarán con otros
ricos; los blancos con otros blancos. Mezclarse es cosa de “ovejas negras”.
Pueden perder hasta sus riquezas pero no el linaje. Gritando ¡Horror
al mestizaje¡ declaran: ¡si así es Venezuela, volteamos la bandera y
nos declaramos exiliados en algún país del Norte!
Las revueltas del este de Caracas
y el norte de Valencia y San Cristóbal tienen que ver más con acciones de una
minoría que se siente humillada que con una estrategia trazada por una Clase poderosa como la que
dominaría ejército, petróleo y medios en 2002. Pero es también un desplante a todos los sectores sociales
que aceptaron su propuesta en épocas electorales. A ellos les dicen: eso de
parecerse a Chávez que intentamos en las campañas queda allí, de resto somos lo
contrario. Lo opuesto. Es la lucha por la existencia misma del “sifrinaje”. El
sifrinaje como “ethos cultural” y categoría social, siente perder su razón de ser con cualquier alianza de
clases. Y las élites existen si, y solo si, pueden explotar, expoliar, dirigir,
gobernar produciendo una pirámide que incluye las otras clases. Nunca serán élites si sus jóvenes tienen que quemar basura en la puerta de sus casas y la
Guardia Nacional se “iguala” disparando lacrimógenas hacia su urbanización. Perdido
el respeto nacional la élite quedará desnuda como minoría social y étnica. La humillación del supremacista.
Imaginemos un escenario de
restauración: ¿cómo podría alguna familia rica o algún partido de derecha gobernar
el país si tiene en contra no solo PDVSA, las Fuerzas Armadas, el Estado y las
capas más excluidas de la población sino también su propia clase de origen que
le imputará cualquier alianza con otras clases, hecho que se hace
imprescindible para gobernar un país como Venezuela? Cuando el “neoliberalismo
hormonal” vuelva a ser “Razón de Estado”, por naturaleza buscará trabar las
políticas sociales, y ordenará
nuevamente la represión militar y policial para contener al “negraje” lo que podría terminar con una
nueva rebelión militar-popular chavista.
En 2014, la Guardia Nacional que creara López Contreras para mantener el
orden capitalista, ha chocado de manera abierta, por primera vez en la
Historia, contra los intentos mantuanos de desconocer la vía democrática.
Entonces el primer balance es claro: no es factible para la Oposición hacer
gobierno en las actuales circunstancias decretadas por el “Sifrinaje” que
incluye un fuerte rechazo de la coalición de partidos de centro y derecha
quienes ya no pueden desfilar en los actos de masas por el riesgo de ser
abuchados. La burguesía ha linchado políticamente a sus capataces políticos.
2.- Cubanización de
la Oposición.
Pero la principal característica
de la lucha actual, es la adhesión realizada por “el sifrinaje” hacia ideólogos
cubanos que viven en Miami como es el caso de Robert Alonso quien dicta la
pauta para repetir el suicidio de la clase alta anticastrista cubana. En un momento en el que Cuba y su
impronta ideológica no está en el centro de la diatriba venezolana, sino que
más bien son los problemas económicos y sociales los que han venido forzando el
debate político y acrecentando el poder opositor, la dirección política de las
familias ricas insiste en volver al 2002 y en colocar la temática ideológica en
un primer plano.
Aquí quien sufre las
consecuencias es la Oposición política quien ha prometido, como modo de
tranquilizar los sectores populares, que respetaría las misiones del chavismo
impulsadas por personal cubano. Al
patear la mesa (de la Unidad), los ricos develan que la agenda social no es
prioridad. Y que su principal demanda es la persecución, por puro efecto
ideológico, del laborioso ejército de médicos y deportistas que envía la Cuba
revolucionaria.
Los “ricos” han deshecho
cualquier pretensión de alianza con otras clases, han diluido la
representatividad de sus líderes y
organizaciones, se han desvinculado de cualquier otro actor social que no
provenga de la minoría mantuana y han atacado la idea de Patria pidiendo la
intervención extranjera con su consigna central: S.O.S. Venezuela dirigida
únicamente al exterior
3- Desvalorización de la Patria.
Desde 1992 el chavismo
rápidamente reivindicó el significante Patria. A partir de allí ha habido una
lucha por la apropiación de los símbolos nacionales. Pero nunca como en estos
momentos, la idea de Patria ha sido tan atacada y abandonada por las clases
altas. El sifrinaje está compuesto
fundamentalmente por inmigrantes europeos (de ayer y hoy) y sus hijos. Ellos, ante cada malestar
como el robo del celular o si tienen que hacer cola para comprar dicen en voz
alta: ¡tenemos patria¡ como para decir ¿para qué nos sirve la Patria?
Develan muy rápidamente su
vinculación familiar-raizal y cultural a países europeos o norteamericanos.
Maldicen a Venezuela porque aquí manda “la chusma”. Con ello anulan la política
y se desentienden del país-todo. Videos como Caracas, ciudad de
despedidas y Mayami Nuestro
muestran estéticamente desde donde se produce la desvalorización de Venezuela y
la Patria que los lleva, como Clase, a mofarse de los símbolos patrios y a
localizarse en el extranjero para desde allí aupar una intervención extranjera.
4.- El sujeto de la
rebelión: La Generación Cacerola.
Para que exista una rebelión
tiene que haber un sujeto. En las acciones de calle son los jóvenes de los sectores medios-altos quienes se
radicalizan en las urbanizaciones. Son la producción cultural de la protesta
con cacerolas ricas que vivimos en el período 2001-2004. En aquellos momentos
tenían entre 5 y 15 años, todas edades suficientes para que una secuela haya
quedado en el hipotálamo (“regulador central de las funciones viscerales
autónomas” -Wikipedia dixit-) En esos años, las cacerolas se dispararon en medio
de las consignas más racistas que se hayan oído en la historia reciente del
país contra las “hordas”, los “desdentados”, los “marginales”, los chavistas.
Sus principales víctimas fueron sus propios hijos a quienes en otros trabajos
hemos llamado la “Generación
Cacerola”. Este sector social intentó aprender a ser Clase Alta en medio de una
rebelión popular y electoral que los disminuyó a rango de “minoría social”.
Mientras sus enemigos históricos se convirtieron en una Gran Mayoría Nacional.
En esa situación de minusvalía tuvieron que aprender a desoir, desconocer,
ignorar al Pueblo. El ruido de la cacerola es el dispositivo perfecto para
evitar argumento, razón, negociación. Los ricos han quedado al margen de todo
proceso racional y esa marginalidad han logrado implantarla a las nuevas
generaciones.
La Generación Cacerola estudiará
en las universidades públicas y privadas que consumen una parte importante del
Presupuesto Nacional. Allí obtendrán grandes títulos. No obstante preferirán
lavar carros y platos en el Norte y Europa. Poseerán todos los recursos para
hacer lo que quieran pero les persigue el miedo de toparse con un vengador
“anómino” y “negro”. No sabrán lo que es la falta de agua o electricidad y sus
casas son almacenes de comida y recursos. Viajan por el mundo con dólares
subsidiados a pesar que sus padres se llevaron 100 mil millones de dólares, más
que el Producto Interno Bruto (Domingo Alberto Rangel, Op. Cit. p157) y todo
ello lo hacen junto a una verborrea
antinacional y de “baja clase” como el Zuloaga de la Guipuzcoana que se jactaba
de ser un “especulador” porque “daba fuentes de empleo”. Todos poseen caros
carros y camionetas para uso individual. No poseen trabajos productivos aunque
se sienten los “decentes”. Son un sujeto creado (por la vía de la cacerola)
para la rebelión. Es por tanto una generación suicida en lo cultural, hija del
“harakiri irreversible que la desapareció como Clase” (Op. Cit. p157). Las
guarimbas de hoy dejan ver que una élite rebelada es también una imposibilitada
de serlo. Es la rebelión contra la propiedad pública porque ya no la pueden
privatizar.
La generación cacerola tiene los
filtros mellados. No solo no escucha ni oye a los populares, sino a todo aquel
que pida Razón, como lo hacen sus compañeros de Clase, sus vecinos. La élite
produjo así una generación sorda que más nunca podrá dictar pautas de
comportamiento a los sectores populares. Ese es el suicidio cultural de una
clase.
¿Podrá recomponerse el mantuanaje o se hace inevitable su
extinción? Habrá que esperar los próximos años para respondernos esta pregunta.
Excelente artículo para entender este disparate que son las guarimbas, con permiso de su autor lo usaré como material de referencia para debatir en clase. Gracias
ResponderEliminarMuy bueno el escrito, solo agregaría para una segunda parte, la territorializacion de esa rebelión burguesa, porque tiene un alto componente territorial, en el debate del jueves Jorge Rodríguez medio asomo ese tema territorial de la oposición
ResponderEliminartienes razón brujo, falta terrotorializar los sectores elites con mayor precisión. también l a del chavismo. eso trato de hacer cuando delimito al este de caracas y los nortes de valencia y san cristobal como los sectores minoritarios sublevados
EliminarEstaba por criticar algunos de tus escritos no lo haré pero hay algunas cosas muy subetivas y radicales.. ahora despues de ver esa porqueria de "Mayami Nuestro" compa con y despues de Chavez me siento mas Venezolano! Lastima que Chavez no dejo mas para aprender de él , al menos para mi generacion que nacio en el 86
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