¿Con quién hacemos la transición al socialismo?. El campo joven-popular como encrucijada de la revolución.

En el sector poblacional joven que va de los 14 a los 28 años y pertenece al campo popular abunda la abstención electoral y la apatía política. Esta población es la generación de relevo de la revolución, no tiene firmes recuerdos sobre acontecimientos como el 13 de abril –muchos no habían nacido el 27 de febrero de 1989, han sido desatendidos (como ningún otro sector) por el Gobierno nacional y las diferentes instancias creadas, son consumidores natos de la industria cultural comercial, la tv estatal no les provee ni una hora semanal de contenido, son la principal víctima de la violencia barrial y la represión policial y sus gustos son considerados por la burocracia, de izquierda y derecha, como apología del consumo y la delincuencia. Simultáneamente, los jóvenes medios y altos disfrutan todos, oígase bien: todos, de educación universitaria, acceso a servicios, alto consumo de medios digitales y de agitación política e ideológica. ¿Cómo podría realizarse una transición al socialismo si la reacción tiene mayores recursos para preparar el futuro?
Según fuentes del INE, el 40 % de los potenciales votantes en el 2012 son personas jóvenes que hoy tienen de 15 a 29 años. Hablamos de 8 millones 120 mil personas de un total de potenciales votantes de 20 millones 362 mil. Habrá 2 millones 704 mil nuevos votantes sólo por jóvenes, cifra que se vuelve portentosa si nos acordamos que en la enmienda (febrero 2009) la diferencia de Si con el No fue de 1 millón 300 mil. Es decir, los nuevos votantes jóvenes serán más del doble del total que marcó la diferencia entre los que votaron Si y los que votaron No en 2009. Los jóvenes populares, votando o absteniéndose, serán los que decidan el futuro de la revolución.
Si vemos, los jóvenes y adolescentes de sectores populares (de 14 a 28 años) son los que menos han gozado las políticas exitosas de la revolución. A las de la salud acuden muy poco y cuando tienen problemas (parto, violencia, accidentes de tránsito, drogas –los principales problemas de salud de los jóvenes) deben pasar por el viejo víacrusis de los hospitales puesto que ni barrio adentro ni los CDI se encargan de eso. La misión niño jesús aun no ha sido habilitada. No tenemos cifras oficiales pero estamos seguros, debido a nuestra relación directa, que las misiones educativas son recibidas, primordialmente, por un público adulto. La UBV y la UNEFA han sido exitosas cuantitativamente pero igual su totalidad (250 mil) no alcanza más de un 3% de la población de jóvenes, además de ser rápidamente cooptados por el Estado y apartados de sus comunidades debido a que se repite la idea de universidad como palanca de ascenso social, lo que produce una nueva clase y se pierde su potencial transformador. De las universidades tradicionales (80% de la matrícula nacional) los jóvenes de sectores populares son cada vez más excluidos incluso durante nuestro proceso, los pocos que entran (de 3 a 5% del total) son cooptados por la maquinaria académica que vende el estilo de vida de la clase media y con ello una visión política que legitima la desigualdad. Aunque el deporte ha sido reactivado positivamente por el Estado, el porcentaje de los atendidos de manera directa tampoco es tan alto en relación a la proliferación cuantitativa del sector etáreo. No obstante, es un sector que posee una referencia política única: el reconocimiento a Chávez como motor de lucha contra las clases altas, quienes son sus principales enemigas debido a la reaccionaria estigmatización y represión sufrida.
Los Aparatos Ideológicos del Estado no dedican programación a estos sectores. En un 95% su programación se dirige a un público muy adulto y con alta actividad política. Las políticas culturales no han sido encaminadas para suplir la influencia de la industria cultural que aun está campante, prácticamente intocable por alguna política del Estado. Las políticas que si lo han hecho (como la villa del cine) están desarticuladas de las audiencias populares y se reducen a públicos exclusivos (los que van al cine, esto es, a los grandes centros comerciales. Los medios estatales petrifican su pantalla con la seriedad, lo políticamente correcto, y el argumento y las largas conversaciones.
Los jóvenes son la franja poblacional que mayor consume la industria cultural. Es allí donde se cose la hegemonía del capitalismo. Allí se quiebra el proceso, lo logran alejar de su relevo natural: los jóvenes del barrio. Mientras globovisión arrastra la marca y los viejos terminamos viéndolo como el centro de producción política de la reacción, Venevisión y Televen quienes suman 84% de audiencia según AGB, poseen el más alto potencial ideológico e intentan imponer estilos de vida elitistas, apego estricto al dinero (con ello no es posible el socialismo) y desinterés por la política (la abstención de los jóvenes populares los pone a ganar cualquier elección)
Con los resultados electorales de las últimas tres elecciones y la poca atención en medidas concretas y políticas culturales para los jóvenes populares (en su sentido político de producción de sentido) es muy difícil construir hegemonía y por ende la transición al socialismo puede llegar a ser excesivamente lenta en cuanto a su impacto social. Esto quiere decir que podría haber un avance aparente en el terreno político, de leyes y medidas de gobierno, que no tendría avance real en las comisuras sociales debido a la desatención a un sujeto privilegiado de cambio histórico: los y las jóvenes, que más que universitarios o explotados son jóvenes excluidos en lo laboral, educativo y lo cultural. En ello es imprescindible ir a Marx: “las formaciones ideológicas solo pueden disolverse por el derrocamiento práctico de las relaciones sociales reales” (ideología alemana, pág. 40)
Ante esto, el Psuv lanza la estrategia de la juventud casi exclusivamente en el terreno universitario lo que excluye a las mayorías de jóvenes que no han podido entrar a las universidades que aun están secuestradas por las oligarquías. La contradicción social actual en los jóvenes es entre los que estudian y los que no. Además no hay ninguna estrategia para tomar las universidades tradicionales; las leyes conquistadas han ido solas sin acompañamiento de nuevas subjetividades como bachilleres sin cupo; movimientos internos como la toma universitaria del 2001 no tuvieron impacto alguno en políticas y estrategias de la revolución; una misión "Jóvenes del barrio" que se planteó alguna vez nunca se constituyó. Algunos proyectos exitosos como Tiuna el Fuerte en el Valle, Voces latentes, Nuevo Nuevo Circo y Ávila tv, que han pensado y actuado junto a los jóvenes del barrio como sujetos revolucionarios, han sido ignorados olímpicamente e incluso saboteados por la burocracia y la izquierda conservadora que ve en los jóvenes del barrio no mucho más que desadaptados sociales, delincuentes, malhablados, etc. Desde esta perspectiva habría un debilitamiento, por no decir envejecimiento, de la revolución.
Allí en el campo popular-juvenil, lugar azotado por la violencia, por la represión policial, por la discriminación más bárbara, por la exclusión total es donde la revolución deberá probarse oyendo, aprendiendo y no imponiendo nada, dando la voz a los que nunca la han tenido. Allí se decidirá la manera de responder a la pregunta crítica del socialismo: ¿Está la revolución dispuesta a empoderar a los sectores populares incluidos jóvenes o preferirá dejar el futuro en manos de la burocracia proveniente de sectores medios siempre tendientes hacia el conservadurismo?

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