CHAVISMO. notas sobre,
El chavismo es un movimiento social histórico de la América latina del XXI. Es una de las revueltas populares que mayor tiempo se ha extendido en nuestra historia venezolana y que con tremenda fuerza ha planteado los temas de clase, etnia, procedencia, estética, género, gusto y que recoge las luchas centrales de los sectores populares de los siglos anteriores pero expresándolo de una manera propia en la Venezuela actual.
El chavismo emerge fundamentalmente de una doble interpelación: la que hace el líder a su pueblo (incluidos los militares) y la que el pueblo hace a su líder: Chávez, el máximo agitador e ideólogo que existe en la actualidad mundial. Es una formación discursiva que presenta significados propios en cuanto a gobierno, democracia, liderazgo y organización. Dichas concepciones pueden relacionarse cercanamente con las experiencias históricas venezolanas del siglo XIX (pensamos concretamente en Bolívar, Boves, Páez y Zamora) y con la de movimientos populares latinoamericanos como el de Perón, Fidel y Zapata. Aunque el chavismo podría equipararse con las ideologías revolucionarias de la modernidad occidental como el marxismo y el anarquismo en tanto ponen en el centro del debate la distribución de las riquezas y la exclusión social, su procedencia zamba y caribeña hace que se distancie en demasía de ellas.
Es curioso que el chavismo, como experiencia masiva, radical y triunfante, no sea analizado a fondo por intelectuales de izquierda y derecha, opositores o chavistas, ni críticos. También extraña que las ciencias sociales, políticas e históricas no le hayan otorgado la trascendencia que posee. La mayor cantidad de críticas y análisis que intentan dar cuenta de la situación venezolana actual se basan en decisiones y estilos de Chávez, su apego o no a instituciones e ideologías políticas y jurídicas universales, en debilidades internas y amenazas pero muy pocos analizan al chavismo como campo de producción de posicionamiento, luchas, visión-de-mundo, demandas, medidas, estéticas que ha territorializado el imaginario político del país y buena parte de sus instituciones desde organizaciones locales hasta las de más alta esfera como la presidencia.
Los que ven al chavismo únicamente como un conjunto de discursos oficiales, o como una opción electoral o burocrática, o los enunciados que salen de personeros de la tv oficial no están si no viendo fases, ciertamente importantes, pero que obvian la significación que produce la emergencia del chavismo como movimiento político que da sentido hegemónico a la explosión de la multitud del 27 de febrero. Articula un conjunto inconmensurable de luchas sociales e ideas que han venido colmando al país sobre todo en la última década. Los que ven al chavismo solo como el discurso Oficial no están viendo la mega articulación de discursos, acciones, individuos, familias, colectivos, símbolos y movimientos de la franja popular que han posicionado un sentido contencioso contra las élites internas y externas. Es ésta su real fuerza, su potencialidad, también su subversión. Esto no se había visto con tanta fuerza desde la guerra federal.
Cuando decimos Pueblo, cuando hablamos de chavismo, estamos enfocando el cómo, en un momento determinado, emerge el poder popular tanto en su organización como en su avance simbólico y no lo que opina la burocracia en cada coyuntura.
La doble interpelación mencionada da nociones de cómo una madeja de sentimientos, luchas sociales y tensiones desde las más cotidianas hasta las más estructurales terminan formando un rostro que es el chavismo en su expresión popular y que se forja como nódulo central de producción de discurso a partir del 92 pero que llega a su máximo esplendor desde el 99. Podríamos decir entonces que el chavismo es la formación discursiva central del conflicto de clases, culturas e ideas en este período histórico y la emergencia de un líder con una narrativa particular que articula como nadie el venezolanismo, el latinoamericanismo y el socialismo y que está dispuesto a hegemonizar la totalidad social y mundial desde una visión-de-mundo que debe estar articulada desde los sectores populares. De lo contrario dejará de ser una revolución popular.
Pero esa doble interpelación puede develarse de distintas maneras cómo el 13 de abril cuando el pueblo responde ante la ausencia del líder ó en el referéndum de la reforma constitucional del 2007, cuando (por malestar o incomprensión) no acude al llamado del líder quien no logra, es asunto político imprescindible averiguar el por qué, interpelar al pueblo a pesar de la inclusión social que proponía su propuesta. Puede parecer paradójico que haya podido lograrlo en 2009, cuando la enmienda sólo preguntaba por la continuidad del liderazgo y no introducía ningún otro aliciente socioeconómico.
Con esto se quiere decir que el chavismo ha sido la fuerza política popular de este principio del XXI y que cualquier intento político o teórico debe tomarlo en cuenta no como un corpus inderrotable e intransformable pero si como el campo de relación política de primer orden. Incluso ni el mismo Chávez puede ubicarse fuera de ese campo, no puede producir fricciones sociales ni maneras organizativas ni discursos ideológicos que no lo planteen como eje central y que por ende no logren interpelar al pueblo. Ningún partido, ningún discurso político, ninguna conflictividad planteada podrá contar con legitimidad real o podrá permear las mentes del pueblo si no parte de que es el chavismo, y no otro movimiento o ideología, el que está empujando y sobre el que se soporta la revolución en Venezuela.
Es desde allí donde debemos evaluar la idea del líder, de nuestro concepto de liderazgo mucho más parecido al de Boves, Zamora o el jóven Páez que al de cualquier experiencia de Europa de cualquier siglo. De la misma forma, cualquier ideología omnicomprensiva llámese leninismo, marxismo o maoismo difícilmente podrá permear las maneras de pensar de nuestro pueblo debido a que son visiones-de-mundo que parten de un posicionamiento diferente, lo que no quiere decir que no puedan usarse para la reflexión y el impulso de un pensamiento revolucionario.
No se trata de un culto a la personalidad de un caudillo o un césar sino de comprender la formación que da rostridad histórico-política a un pueblo en lucha, formación que siluetea determinado rostro que incluye al mismo líder pero que está condicionado por el pueblo.
Entonces hablamos de un pueblo que hace infinitas demandas a un líder que cuando las cumple se le grita: “así es que se gobierna”. Y Ello quiere decir, que es así, así y no de ningún otro modo, es allí donde el pueblo manda, porque de lo contrario el poder popular se desprendería del significante Chávez. La doble interpelación produce nuevas maneras para evaluar, no porque si lo dice el líder no puede ser criticado, sino porque si lo dice el pueblo no hay tesis teórica que pueda derrotarlo.
Por todo esto, nada hace peligrar a la revolución tanto como el enhierramiento de la membrana o el cierre casi total del filtro que regula la comunicación entre líder y pueblo y que es justamente lo que se denuncia como burocratismo, que puede terminar infartando la comunicación entre el pueblo y el líder con lo cual éste va perdiendo la capacidad de interpelar y el pueblo va perdiendo las esperanzas de poder interpelar. Se debilitan los códigos comunes. Esto lo profundizaremos en otra ocasión.
El chavismo emerge fundamentalmente de una doble interpelación: la que hace el líder a su pueblo (incluidos los militares) y la que el pueblo hace a su líder: Chávez, el máximo agitador e ideólogo que existe en la actualidad mundial. Es una formación discursiva que presenta significados propios en cuanto a gobierno, democracia, liderazgo y organización. Dichas concepciones pueden relacionarse cercanamente con las experiencias históricas venezolanas del siglo XIX (pensamos concretamente en Bolívar, Boves, Páez y Zamora) y con la de movimientos populares latinoamericanos como el de Perón, Fidel y Zapata. Aunque el chavismo podría equipararse con las ideologías revolucionarias de la modernidad occidental como el marxismo y el anarquismo en tanto ponen en el centro del debate la distribución de las riquezas y la exclusión social, su procedencia zamba y caribeña hace que se distancie en demasía de ellas.
Es curioso que el chavismo, como experiencia masiva, radical y triunfante, no sea analizado a fondo por intelectuales de izquierda y derecha, opositores o chavistas, ni críticos. También extraña que las ciencias sociales, políticas e históricas no le hayan otorgado la trascendencia que posee. La mayor cantidad de críticas y análisis que intentan dar cuenta de la situación venezolana actual se basan en decisiones y estilos de Chávez, su apego o no a instituciones e ideologías políticas y jurídicas universales, en debilidades internas y amenazas pero muy pocos analizan al chavismo como campo de producción de posicionamiento, luchas, visión-de-mundo, demandas, medidas, estéticas que ha territorializado el imaginario político del país y buena parte de sus instituciones desde organizaciones locales hasta las de más alta esfera como la presidencia.
Los que ven al chavismo únicamente como un conjunto de discursos oficiales, o como una opción electoral o burocrática, o los enunciados que salen de personeros de la tv oficial no están si no viendo fases, ciertamente importantes, pero que obvian la significación que produce la emergencia del chavismo como movimiento político que da sentido hegemónico a la explosión de la multitud del 27 de febrero. Articula un conjunto inconmensurable de luchas sociales e ideas que han venido colmando al país sobre todo en la última década. Los que ven al chavismo solo como el discurso Oficial no están viendo la mega articulación de discursos, acciones, individuos, familias, colectivos, símbolos y movimientos de la franja popular que han posicionado un sentido contencioso contra las élites internas y externas. Es ésta su real fuerza, su potencialidad, también su subversión. Esto no se había visto con tanta fuerza desde la guerra federal.
Cuando decimos Pueblo, cuando hablamos de chavismo, estamos enfocando el cómo, en un momento determinado, emerge el poder popular tanto en su organización como en su avance simbólico y no lo que opina la burocracia en cada coyuntura.
La doble interpelación mencionada da nociones de cómo una madeja de sentimientos, luchas sociales y tensiones desde las más cotidianas hasta las más estructurales terminan formando un rostro que es el chavismo en su expresión popular y que se forja como nódulo central de producción de discurso a partir del 92 pero que llega a su máximo esplendor desde el 99. Podríamos decir entonces que el chavismo es la formación discursiva central del conflicto de clases, culturas e ideas en este período histórico y la emergencia de un líder con una narrativa particular que articula como nadie el venezolanismo, el latinoamericanismo y el socialismo y que está dispuesto a hegemonizar la totalidad social y mundial desde una visión-de-mundo que debe estar articulada desde los sectores populares. De lo contrario dejará de ser una revolución popular.
Pero esa doble interpelación puede develarse de distintas maneras cómo el 13 de abril cuando el pueblo responde ante la ausencia del líder ó en el referéndum de la reforma constitucional del 2007, cuando (por malestar o incomprensión) no acude al llamado del líder quien no logra, es asunto político imprescindible averiguar el por qué, interpelar al pueblo a pesar de la inclusión social que proponía su propuesta. Puede parecer paradójico que haya podido lograrlo en 2009, cuando la enmienda sólo preguntaba por la continuidad del liderazgo y no introducía ningún otro aliciente socioeconómico.
Con esto se quiere decir que el chavismo ha sido la fuerza política popular de este principio del XXI y que cualquier intento político o teórico debe tomarlo en cuenta no como un corpus inderrotable e intransformable pero si como el campo de relación política de primer orden. Incluso ni el mismo Chávez puede ubicarse fuera de ese campo, no puede producir fricciones sociales ni maneras organizativas ni discursos ideológicos que no lo planteen como eje central y que por ende no logren interpelar al pueblo. Ningún partido, ningún discurso político, ninguna conflictividad planteada podrá contar con legitimidad real o podrá permear las mentes del pueblo si no parte de que es el chavismo, y no otro movimiento o ideología, el que está empujando y sobre el que se soporta la revolución en Venezuela.
Es desde allí donde debemos evaluar la idea del líder, de nuestro concepto de liderazgo mucho más parecido al de Boves, Zamora o el jóven Páez que al de cualquier experiencia de Europa de cualquier siglo. De la misma forma, cualquier ideología omnicomprensiva llámese leninismo, marxismo o maoismo difícilmente podrá permear las maneras de pensar de nuestro pueblo debido a que son visiones-de-mundo que parten de un posicionamiento diferente, lo que no quiere decir que no puedan usarse para la reflexión y el impulso de un pensamiento revolucionario.
No se trata de un culto a la personalidad de un caudillo o un césar sino de comprender la formación que da rostridad histórico-política a un pueblo en lucha, formación que siluetea determinado rostro que incluye al mismo líder pero que está condicionado por el pueblo.
Entonces hablamos de un pueblo que hace infinitas demandas a un líder que cuando las cumple se le grita: “así es que se gobierna”. Y Ello quiere decir, que es así, así y no de ningún otro modo, es allí donde el pueblo manda, porque de lo contrario el poder popular se desprendería del significante Chávez. La doble interpelación produce nuevas maneras para evaluar, no porque si lo dice el líder no puede ser criticado, sino porque si lo dice el pueblo no hay tesis teórica que pueda derrotarlo.
Por todo esto, nada hace peligrar a la revolución tanto como el enhierramiento de la membrana o el cierre casi total del filtro que regula la comunicación entre líder y pueblo y que es justamente lo que se denuncia como burocratismo, que puede terminar infartando la comunicación entre el pueblo y el líder con lo cual éste va perdiendo la capacidad de interpelar y el pueblo va perdiendo las esperanzas de poder interpelar. Se debilitan los códigos comunes. Esto lo profundizaremos en otra ocasión.
Excelente análisis! Adelante con este blog.
ResponderEliminarEric Mesa